Reparar el vidrio trasero del iPhone 8 es más difícil y caro que reparar la pantalla

Reparar el vidrio trasero del iPhone 8 es más difícil y caro que reparar la pantalla

 

Hace un par de días Apple empezó a entregar los primeros iPhone a aquellos usuarios que lo adquirieron en la pre-venta del 15 de septiembre. Esto significa que, como ya es tradición, se le han empezado a hacer todas las pruebas posibles a los nuevos modelos de la compañía.

Una de las pruebas más esperadas que se le realizan a estos equipos es la de desarmado por parte de iFixit. Y es que no solo confirmamos aquí muchas de las especificaciones ocultas de los nuevos iPhone, sino que, en más de una ocasión, hemos descubierto uno que otro detalle que nos hace valorar más el equipo o que, todo lo contrario, nos hace preguntarnos qué estaba pensando Apple cuando fabricó el dispositivo.

Hoy, naturalmente, venimos a hablar de uno de los segundos casos y el por qué reparar la parte trasera del iPhone será más difícil que reparar la parte delantera.

 

Ahora la trasera es de vidrio


 

Como recordaremos, la parte trasera del iPhone 8 y del iPhone 8 Plus es ahora de vidrio, lo cual significará que es ahora propensa a quebrarse. Ante este escenario, lo natural es que nos preguntemos qué tan difícil será cambiarla cuando esto suceda.

El problema con el que nos encontramos es que, para hacer el teléfono más delgado, la carga inalámbrica estará pegada a la parte trasera. Esto no solo hace necesario que al cambiar la parte trasera sea necesario también cambiar el panel de carga inalámbrica, sino que, al estar fuertemente pegado, hace extremedamente difícil de retirar, lo cual presentará una gran dificultad para un técnico no entrenado con las herramientas necesarias.

 

 

¿Qué hacer al respecto? Pues simplemente ser más cuidados. Y si eres de los que dejan caer su teléfono con más frecuencia de la deseable, mejor cómprale un case. Será tu mejor decisión.

Lo divertido del asunto es que ahora la broma de Ellen Degeneres («Apple ha creado un iPhone que podemos romper por los dos lados») tiene más sentido que nunca.

 

 

 

 

 

 

 

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