El miércoles pasado Samsung presentó el Galaxy Note9, el smartphone con Android más ambicioso a la fecha que destaca por sus especificaciones, software y S Pen, pero que también lo hace en su precio, desde los $1000 dólares y que rompe la barrera de precios en Android, donde solo teléfonos muy especiales y ediciones limitadas tenían ese valor.
De hecho Samsung quiso ir más allá y ponerse a la par de varios de sus rivales, razón por la que el Galaxy Note9 llega en dos configuraciones, la versión estándar de 6 GB de RAM y 128 GB de almacenamiento, mientras que la versión más Premium tiene 8 GB de RAM y 512 GB de RAM. Ambos ampliables vía microSD.
La configuración es monstruosa y demuestra que Samsung puede combatir sin problemas con otros de sus rivales, como OnePlus, Oppo o Xiaomi, el problema es que cuesta casi el doble que las opciones de sus rivales.
Al igual que el Galaxy S9, el Galaxy Note9 llega con procesador Snapdragon 845 o Exynos 9810, por lo que muchos aseguran que es una versión vitaminada de los S9, pero las mejoras en otros apartados hacen que la phablet de Samsung sea única.
Los procesadores anteriormente mencionados son los mejores para dispositivos Android a la fecha, por lo que era normal que los enfrenten contra su rival directo de iOS, el procesador A11 Bionic de Apple.
¿El resultado? El esperado. Tal como sucedió con el OnePlus 6 y el Mi Mix 2S de Xiaomi, el A11 de los iPhone X y iPhone 8 poseen un mejor resultado en Geekbench, demostrando que son más potentes al día de hoy.
En pruebas de mononúcleo la ventaja del A11 frente al Snapdragon 845 son más de 2 mil puntos, mientras que en multinúcleo la diferencia es poco más de 1600 puntos. Cabe resaltar que el modelo del Galaxy Note9 es el estándar con 6 GB de RAM, mientras que el iPhone X poseen la mitad de RAM.
¿Varia algo si se usan 8 GB de RAM? La verdad no, el aumento de puntuación es mínimo, menos de 100 en cada apartado.
Recordemos que las pruebas de rendimiento nos muestran la potencia de los procesadores, RAM y gráficas, la diferencia es que en el día a día se cuentan otros factores que ponen en segundo plano los benchmark, desde el precio de los dispositivos hasta los sistemas operativos.
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